viernes, 29 de julio de 2011

¡Última hora!

¡Elecciones anticipadas al 20-N!

¿Y ahora qué preferimos? ¿Morir en la horca o en la hoguera?

jueves, 28 de julio de 2011

Pedigüeña 3G

El otro día mi madre y mi sobrina fueron a comprar al supermercado. Llevaba la niña 2 euros para invertir sabiamente en un par de tabletas de chocolate blanco y, como había visto a una gitana rumana -calificativos que empleo simple y llanamente como mera descripción- pidiendo limosna en la puerta, quería darle el cambio. Llegó este hecho a oídos de la encargada del supermercado, amiga de mi madre, que se apresuró a "prohibirle terminantemente" la ejecución de la limosna:
-¡Nada de eso! ¡Ni se te ocurra darle nada! ¡Ni un céntimo!
Mi madre, extrañada, inquirió:
-¿Por qué? ¿Es que quieres que se vaya?
-No, no. No es eso -replicó la encargada-. Es que ayer fui a darle un bocadillo para que comiera algo y me la encontré hablando por teléfono con un móvil de última generación. 
La hucha de mi sobrina aumentó 40 céntimos.

viernes, 22 de julio de 2011

Ciencia en el crimen

Esta semana he asistido a un curso en la sede de la UNED de Palma titulado Ciencia en el crimen. No iba yo muy convencida de lo que iba a encontrar tras estas cuatro palabras, y me he dado de bruces con una auténtica maravilla. Quién me iba a decir a mí que esto de la Policía Científica me iba a sorber de tal forma el cerebro. A mí, que ni siquiera me gusta la cantidad de series tan al uso sobre estos temas que puebla como setas los canales de televisión. Pero la realidad es otra cosa muy distinta, y los ponentes de las conferencias han resultado ser unas eminencias anónimas que quitan el hipo. Estoy segura de que no les voy a olvidar nunca y de que sus vivencias me han marcado profundamente. Quién sabe, quizá me sirvan como inspiración para crear algún personaje de mis novelas. 

Si el año que viene lo vuelven a realizar estoy planteándome apuntarme de nuevo, y os recomiendo encarecidamente que lo hagáis si os sentís atraídos por estos temas y, si no, también. Además se puede asistir también online a tiempo real desde cualquier punto de España. Es verdaderamente apasionante. Eso sí, las imágenes son sumamente duras, así que no es conveniente si no sois muy estables estomacal o emocionalmente. Baste decir que en algunos momentos hubo gente que abandonó el aula.

Bueno, no entraré en detalles, pero ya habéis visto que estoy totalmente fascinada. Con profesionales como estos os podéis ir olvidando los que estáis obsesionados con encontrar el crimen perfecto. Yo ya lo he descartado, aunque Patitieso se haya obsesionado ahora con que le voy a envenenar con arsénico cualquier día de estos por aquello de que está cojo-impedido. Menuda tontería, ¿no? ¡Con arsénico! ¡Si dejar rastro!

jueves, 14 de julio de 2011

Los chupasangres

Esta mañana me he cruzado con un vampiro por la calle. Yo iba con la mano un poco ensangrentada porque me había cortado con el chuchillo jamonero en el desayuno. Me dice:
-Disculpe mi intromisión, señorita, pero a usted le sobra sangre. Le está rebosando.
Yo me miro la mano:
-¡Ah! ¿Lo dice por esto? No, qué va. No me rebosa. Es que me he cortado.
-Yo diría que cuando un líquido sale por los bordes de un recipiente se llama rebosar.
-No. Cuando el líquido es sangre y sale del cuerpo de un animal se llama sangrar.
Guarda silencio un rato. Le he dado bien.
-Bueno, terminología a parte -dice al fin el vampiro- está claro que a usted le sobra sangre.
-¿Ah sí? Vaya, no me lo había planteado, ¿está usted seguro? 
-Segurísimo. Se lo digo yo, que de sangre sé un rato. Cualquier médico le dirá que es más sano vivir con dos litros que con cinco. Debería usted saberlo, es una cuestión de culturilla general. ¿Quiere que se lo demuestre?
-Deje, deje... no tengo ganas de demostraciones -le digo escondiéndome la mano en el bolsillo, porque empieza a darme un poco de mal rollo.
-Usted verá. Si no quiere que su vida mejore, peor para usted -concede, pero los ojos se le han inyectado en sangre y creo que se le están afilando los colmillos.
Huyo despavorida.
Cuando llego a casa, le cuento a Patitieso la historia y se apresura a aleccionarme de inmediato:
-¿Pero tú no ves, alma de pollo, que si te ha intentado convencer de que te sobra sangre era para bebérsela? ¿A quién se le ocurre mantener una conversación con un vampiro sobre eso?
-Oye, que no le he hecho caso -me quejo-. Pero, si lo piensas bien, Patitieso, tampoco es tan raro. Lo he visto en la tele.
-¿Ah sí? ¿Y qué has visto exactamente?
-¿Te suena el nombre de Moody's?
-Sí. ¿No es una agencia de calificación, de esas que se dedican a puntuar la calidad de la deuda de los países?
-Pues eso, ¿cómo es que los Estados se fían de esas agencias, que viven por y para los bancos, para dirigir el devenir de la economía mundial? ¿No será que a los bancos les convienen los estados endeudados para embolsarse los intereses?
Patitieso reflexiona un rato:
-Ahora que lo dices, igual tienes razón. Se pasan el día preguntándole a un vampiro si es más sano vivir con 2 litros de sangre o con 5.

miércoles, 6 de julio de 2011

De proletarios instruidos

El día en que mi suegro, con 13 o 14 años, decidió apuntarse a un curso de mecanografía, la ilusión le duró lo que tardó en regresar a casa. Él usa esa palabra: ilusión. Cuando dijo lo que había hecho (¡Jesús, María y José! ¡Qué cosas tiene el niño!), sus padres le replicaron que qué se había creído y que naranjas de la china. Suele hablar con frecuencia, y mi suegra también, de su decepción mayúscula cuando lo sacaron del colegio prematuramente (mucho antes de lo de la ilusión por aprender a mecanografiar). La cosa estaba clara. Si ya sabían leer, ¿qué más querían?

Mis padres, por su parte, no tuvieron que sufrir la decepción de ser sacados del colegio antes de tiempo: ni siquiera acudieron. Lo suyo era coger algodón, segar trigo o llevar a pastar a las cabras, porque estudiar era cosa de señoritos y así tenía que ser. Los pobres, a cosas de pobres, los señores a cosas de señores, y a mandar, que para eso estamos, don Fulano. Sin duda, los mayores boicoteadores de cualquier aspiración de aprendizaje eran los propios familiares de los pobres con ínfulas. Un buen ejemplo de un sistema que se autorregula sin apenas intervención de los poderosos. Qué cómodo, ¿no? No hay nada tan práctico como arraigar bien en el pensamiento colectivo ciertas verdades impepinables.

El que haya leído Los Santos Inocentes de Delibes puede aplicarlo al caso y hacerse una idea de cómo era la vida de mis antepasados ("pues ahí tienen a la niña, ahora le ha dado conque quiere hacer la Comunión").

Si algo hemos avanzado en los últimos 40 años es que esa gente que en su día no pudo tener estudios hoy puede enorgullecerse de habérselos dado a sus hijos. Fue una lucha silenciosa, terca, un logro que comenzó hace décadas y que en lugar de plasmarse en los individuos de entonces se ha saltado una o dos generaciones.

Afortunados nosotros.