lunes, 22 de agosto de 2011

Dostoievsky y el cura de Camps


Nota: si no habéis leído "Crimen y castigo" de F. Dostoievsky y tenéis intención de hacerlo, es mejor que no leáis esta entrada dado que es un spoiler en toda regla.

Cuando Raskólnikov regresa al mundo real después de haber cometido un doble asesinato, se vuelve verdaderamente susceptible, a pesar de que él considera que su acto está moralmente justificado. Según su teoría de los individuos ordinarios y extraordinarios, no ha cometido ningún crimen, porque siendo un individuo destinado a hacer algo grande en el mundo no debe someterse en ningún caso a las leyes de los hombres. Esas leyes no están escritas para él, sino para los seres ordinarios, para la masa de procreación. Buscando un bien mayor para la humanidad, un trampolín de inicio para una extraordinaria y napoleónica carrera, el asesinato de la vieja usurera no ha sido más que la eliminación de un piojo asqueroso que no merecía vivir, pero no un crimen. El segundo asesinato, el de Lizaveta, ha sido un daño colateral justificado en dicho bien mayor, a pesar de que la revendedora era un ser noble e inocente, una persona buena que apareció en el momento más inoportuno.

A raíz del doble asesinato Raskólnikov se vuelve, decía, muy susceptible, paranoico, más bien. Cualquier mirada de frente o de reojo de otra persona, cualquier comentario, cualquier comportamiento ajeno, le lleva indefectiblemente a preguntarse: "¿Lo sabrá?" O bien va más allá y concluye: "Lo sabe." Por mucho que él se crea inocente en un plano moral, en el fondo siente que algo no anda bien en su teoría. Las cosas no han salido como él esperaba y su delirio, su conciencia y su susceptibilidad enfermiza acaban siendo un verdadero martirio. El comentario más inocente oído a su alrededor se convierte en su mente en un demonio de garras torcidas y colmillos sangrientos que le acusa abiertamente, a carcajadas, de ser un asesino.

Y, salvando las distancias, no he podido evitar acordarme de Raskólnikov al leer lo siguiente:


Lo cierto es que la noticia no me ha parecido especialmente lucida ni creíble porque no aporta datos. Se limita a mencionar a "uno de los curas que participa en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ)" y en la entradilla y en el texto de la noticia no utiliza las mismas palabras para el mismo hecho, a pesar de entrecomillarlo, lo que indica que hace referencia a palabras textuales del susodicho párroco. Menciona, no obstante, que "lo reconoció en la cadena SER", por lo que me queda pendiente buscar la intervención radiofónica para comprobar qué dijo exactamente.

Sin embargo, lo que me llama poderosamente la atención es que, según el cura, Camps le miró de un modo extraño, como si se burlara de él, cuando éste le espetó "cuánta gente honrada como usted haría falta en el mundo". Nada de gracias por su apoyo, etc. etc. Sólo una mirada, según supongo, seria, desconfiada, molesta tal vez. Quizá hablar de honradez cuando la suya está en entredicho le pareció al político un poco de mal gusto, o quizá carga con una cruz en la conciencia.

Porque no se puede negar que el paralelismo con la actitud de Raskólnikov es abrumador. Es posible que Camps ya vea acusaciones abiertas en palabras inocentes, o misteriosas intenciones ocultas en todas las personas que le rodean. Cada vez que alguien le hable o le mire pensará: "Lo sabe". Tal vez ahora esté empezando su propio delirio, su propio castigo, a pesar de que él siempre ha sostenido, también igual que Raskólnikov, que era inocente, que no había cometido ningún crimen, que su conciencia estaba tranquila. Si esto último es así, si su conciencia está tranquila, Camps puede respirar a gusto, porque el propio pensamiento es sin duda el juez más implacable. Pero si no lo está puede dar la bienvenida a muchas y variadas noches de insomnio.



Edito


Tenéis el audio aquí:


Audio Cadena Ser

lunes, 15 de agosto de 2011

Se acabó

Bueno, después de dos semanitas, ¡se acabaron las vacaciones! No sé si me apena o me alegra, porque durante estos días en los que no he podido salir mucho de casa por razones logísticas (aunque por fin en mi propia casa, eso sí) he tenido demasiado tiempo para pensar y mis pensamientos no siempre son buenos. Mañana me toca volver al trabajo, reencontrarme con los compañeros que no estén de vacaciones, reencontrarme con mis muestras y mis equipos y dedicar mis neuronas a pensar en cosas científicas y productivas. En fin, veremos si me pilla eso que llaman depresión postvacacional o simplemente prolongo la depresión vacacional. 

viernes, 12 de agosto de 2011

Carta de amor

Tarde o temprano toda bitácora tiene que dedicarle una entrada cariñosa a una de nuestras estimadísimas glorias nacionales y vestigio de monopolio franquista, más conocida como Timofónica en el pasado, ahora alias Vomistar. Por eso, cuando contraté la línea el mes pasado, sabía que algún día tendría que utilizar este blog como saco de boxeo pasivo en el que descargar mi furia; lo que no sabía es que sería tan pronto. 

Os pongo en situación: el día 20 de julio contratamos la nueva oferta de 20,20 euros por teléfono y ADSL a través de internet a eso de las 21 horas; el día 21 por la tarde ya tenemos allí al telefonero haciendo la instalación (menuda eficacia para enmarañar clientes en su red). Supuestamente la instalación y la línea son gratuitas, y vamos a pagar, entre unas cosas y otras, unos 40 euros al mes, redondeando (a los 20,20 de la oferta hay que añadir 13 euros de alquiler de línea e IVA). 

El caso es que va y nos llega una factura del período de 25 de junio a 25 de julio (o sea, de 4 días reales) de un total... (redoble de tambores) ¡¡¡59 euros!!! ¡¡¡Tachán!!! Yo, que tengo un carácter tan "sosegado", me subía por las paredes. Aún no sé si las palabras que empleé están en el diccionario, así que no procede repetirlas (en un cómic de Mortadelo y Filemón sería algo así como: #@~@#¡¡¡!!·$·#). Miramos el pdf de la factura y vemos que nos han cobrado unos 25 euros por el cambio de dos rosetas telefónicas. Y aquí es cuando ya me sentí subnormal profunda. Como el técnico me indicó que las rosetas no eran cosa de ellos (pero en ningún momento me dijo que se tuvieran que pagar, ya que la instalación completa era gratuita) le pedí por favor que cambiara también la del salón, puesto que yo había visto que en la de la cocina había tardado aproximadamente 30 segundos. Y él que sí que sí, señorita, que ningún problema, todo amabilidades. Así que yo, tan espléndida, cuando se marcha le doy 5 euros de propina por el favor... ¡¡¡Será HP!!! ¡¡Me han clavado 30 euros por dos rosetas, 1 minuto de trabajo en total, y los 5 euros en su bolsillo!! Sólo de pensarlo me hierve la sangre. A ver si con suerte se pidió un café con los 5 euros y se le quemó la lengua (#@~@#¡¡¡!!·$·#).

Bueno, por no decir, además, que nos han cobrado 26 euros de alquiler de línea del tirón: 13 por los 4 larguísimos días que hemos gozado del servicio (cuando se trata de un pago mensual) y 13 por si algún mes me da por dejar de pagar. En fin, hay que comprender su voracidad comercial, claro, se están jugando el pan de sus hijos, y con los intereses de mi dinero ilegítimamente extraído de mi cuenta bancaria se compra mucha harina.

En fin, que llamamos al 1004 y que no se preocupen por aquí, no se preocupen por allá, lo tenemos en cuenta, se procesa su reclamación de inmediato y les regalamos 100 minutos de llamadas a móviles gratuitas por las molestias. Yo estoy temblando. A ver quién es el guapo que se atreve a usar los 100 minutitos para que el mes siguiente se hayan olvidado de esa promesa hecha al viento y nos cobren cada minuto a precio de oro. Ya no me fío ni de mi sombra.