Nota: si no habéis leído "Crimen y castigo" de F. Dostoievsky y tenéis intención de hacerlo, es mejor que no leáis esta entrada dado que es un spoiler en toda regla.
Cuando Raskólnikov regresa al mundo real después de haber cometido un doble asesinato, se vuelve verdaderamente susceptible, a pesar de que él considera que su acto está moralmente justificado. Según su teoría de los individuos ordinarios y extraordinarios, no ha cometido ningún crimen, porque siendo un individuo destinado a hacer algo grande en el mundo no debe someterse en ningún caso a las leyes de los hombres. Esas leyes no están escritas para él, sino para los seres ordinarios, para la masa de procreación. Buscando un bien mayor para la humanidad, un trampolín de inicio para una extraordinaria y napoleónica carrera, el asesinato de la vieja usurera no ha sido más que la eliminación de un piojo asqueroso que no merecía vivir, pero no un crimen. El segundo asesinato, el de Lizaveta, ha sido un daño colateral justificado en dicho bien mayor, a pesar de que la revendedora era un ser noble e inocente, una persona buena que apareció en el momento más inoportuno.
A raíz del doble asesinato Raskólnikov se vuelve, decía, muy susceptible, paranoico, más bien. Cualquier mirada de frente o de reojo de otra persona, cualquier comentario, cualquier comportamiento ajeno, le lleva indefectiblemente a preguntarse: "¿Lo sabrá?" O bien va más allá y concluye: "Lo sabe." Por mucho que él se crea inocente en un plano moral, en el fondo siente que algo no anda bien en su teoría. Las cosas no han salido como él esperaba y su delirio, su conciencia y su susceptibilidad enfermiza acaban siendo un verdadero martirio. El comentario más inocente oído a su alrededor se convierte en su mente en un demonio de garras torcidas y colmillos sangrientos que le acusa abiertamente, a carcajadas, de ser un asesino.
Y, salvando las distancias, no he podido evitar acordarme de Raskólnikov al leer lo siguiente:
Lo cierto es que la noticia no me ha parecido especialmente lucida ni creíble porque no aporta datos. Se limita a mencionar a "uno de los curas que participa en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ)" y en la entradilla y en el texto de la noticia no utiliza las mismas palabras para el mismo hecho, a pesar de entrecomillarlo, lo que indica que hace referencia a palabras textuales del susodicho párroco. Menciona, no obstante, que "lo reconoció en la cadena SER", por lo que me queda pendiente buscar la intervención radiofónica para comprobar qué dijo exactamente.
Sin embargo, lo que me llama poderosamente la atención es que, según el cura, Camps le miró de un modo extraño, como si se burlara de él, cuando éste le espetó "cuánta gente honrada como usted haría falta en el mundo". Nada de gracias por su apoyo, etc. etc. Sólo una mirada, según supongo, seria, desconfiada, molesta tal vez. Quizá hablar de honradez cuando la suya está en entredicho le pareció al político un poco de mal gusto, o quizá carga con una cruz en la conciencia.
Porque no se puede negar que el paralelismo con la actitud de Raskólnikov es abrumador. Es posible que Camps ya vea acusaciones abiertas en palabras inocentes, o misteriosas intenciones ocultas en todas las personas que le rodean. Cada vez que alguien le hable o le mire pensará: "Lo sabe". Tal vez ahora esté empezando su propio delirio, su propio castigo, a pesar de que él siempre ha sostenido, también igual que Raskólnikov, que era inocente, que no había cometido ningún crimen, que su conciencia estaba tranquila. Si esto último es así, si su conciencia está tranquila, Camps puede respirar a gusto, porque el propio pensamiento es sin duda el juez más implacable. Pero si no lo está puede dar la bienvenida a muchas y variadas noches de insomnio.
Edito
Tenéis el audio aquí:
Audio Cadena Ser
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