martes, 31 de mayo de 2011

Me gusta ser mujer

A mí eso del feminismo a ultranza no me va nada. No me gusta buscarle cinco pies a todos los gatos, ni creo que el lenguaje deba reflejar una igualdad de sexos si ese lenguaje no está en la calle, en la gente, ni tampoco si implica complicarlo innecesariamente. Lo del famoso “miembros y miembras” me parece de parvulario, y la obsesión de algunos textos administrativos por incluirnos a todos escribiendo cosas del tipo: “los trabajadores y las trabajadoras” me resulta del todo cargante.
Pero de ahí al extremo contrario, es decir, considerar que la feminidad es ceñirse a una serie de preceptos descerebrados que alguien bautizó como “cánones de belleza” hay un abismo tan profundo que asusta. El mito de la guapa tonta, vaya.
¿Que por qué digo esto? Esencialmente por dos curiosidades que han llegado a mí a través de nuestros maravillosos medios de comunicación de masas.

Curiosidad 1

No sé si inducida por mi yo masoquista o por mi yo cotilla-morboso, el viernes por la noche veo un programa de televisión llamado Me cambio de familia, en el que se intercambian las madres de dos familias durante quince días. (Ya tiene guasa romper mi costumbre de no ver la tele para ver esta basura, pero es lo que hay). El caso es que una de las dos madres, cuando le preguntan qué le gusta, responde algo así como: “Pintarme, arreglarme, hacerme liftings. Cosas de mujeres, vaya. Yo es que soy muy femenina”.

Conclusión 1

Dado que yo no me maquillo a diario ni me he hecho un lifting en la vida, y que las cosas que me gustan son otras muy distintas, no soy femenina. Luego, soy masculina.


A esta ya le va haciendo falta estirarse un poco

Curiosidad 2

En varias ocasiones y de forma un tanto machacona oigo por la radio un anuncio de un centro de estética de mi ciudad promocionando una nueva técnica maravillosa, la ultracavitación. ¡Hasta cuatro centímetros de grasa en una sesión! ¿Habrase visto? Y cuando se han descrito suficientemente las bondades de la ultracomosellame, añaden (cito textualmente): “[…] si no quieres que tus amigas te despellejen y que tu chico se fije en las curvas de otra […]”. ¡Venga! ¡Creemos bulímicas y anoréxicas! ¡Si está de moda!

Conclusión 2

Dado que mis “amigas” son mis amigas con la condición de que no tenga celulitis y mi novio está conmigo por mi apariencia, tengo que hacerme una ultra ipso facto.

Cortocircuito 1

Tras estas dos conclusiones, hasta mi neurona se ha dado cuenta de que, en algún punto de su corta anatomía, se produce un cortocircuito. Lo de la ultraetcétera tiene pinta de ser “muy femenino” según la definición de feminidad aportada por la individua de Curiosidad 1 (pintarse, lifting, cosas de mujeres, o sea), luego… puesto que mi Conclusión 1 es que yo no soy femenina, no puedo hacerme una ultraetcétera.

Conclusión final

No puedo hacerme la ultraetcétera por mi falta de feminidad (y de efectivo). Por tanto, me voy a quedar sin novio y mis amigas van a rajar de mí por la espalda que ni te cuento.

Esto de la feminidad es lo que tiene. Para ejercerla bien, en condiciones, se requiere: mucha pasta, una autoestima por los suelos y rodearte de gente que sepa valorarte de verdad. Mézclalo todo bien mezcladito en una coctelera con un anuncio estúpido y las opiniones de una mujer con la cara de plástico y te saldrán mujeres superfemeninas por un tubo.

viernes, 27 de mayo de 2011

Españistán... ¡Por fin entiendo la crisis!

Cuento de hadas

Esta foto de Carlos Aragón me parece buenísima. No sólo porque la foto en sí lo es, sino porque no tengo nada más que añadir a la frase que aparece en la pancarta.


Difícil resumir mejor el profundo cambio de base que España necesita.

jueves, 26 de mayo de 2011

La sociedad de la malinformación

Alguna vez en mi vida me planteé estudiar periodismo. Nunca fue, no obstante, un planteamiento serio, porque en mi fuero interno sabía que yo no servía para esa profesión. En las asignaturas de lengua castellana y lengua catalana solían aleccionarnos sobre las premisas básicas de un texto periodístico informativo. No me baso en ningún manual, simplemente recuerdo algunas cosas como:

  • Objetividad
  • Rigor
  • Veracidad
  • Uso de información contrastada
  • Uso de un lenguaje unívoco (denotativo)

Viendo estas características que me han venido a la mente está claro que no sirvo para esto. Yo soy una persona caótica y desordenada. No soy metódica, me cuesta mucho no divagar y me cuesta ceñirme a la verdad. No soy mentirosa pero sí fantasiosa, porque la realidad, a menudo, es aburrida o simplemente insoportable. Por eso disfruto adornando las historias con detalles que las hagan más interesantes, yéndome por las ramas o aderezando la vida con un poco de literatura cotidiana.
Y eso, para ser periodista, no es lo más adecuado. O eso creo.
Además, leo en Wikipedia las siguientes definiciones:

  • Texto informativo: informa de algo sin intentar modificar la situación.”
  • Textos periodísticos: todos los textos susceptibles de aparecer en el contexto de la comunicación periodística. Suelen subdividirse en "géneros informativos" (que tienen por función transmitir una determinada información al lector) y […]”
Sí, lo sé. Yo me estoy documentando en Wikipedia, que no es la fuente más rigurosa ni confiable que existe… pero ya he dicho que no sirvo para ser periodista porque carezco de las cualidades que ello exige, ni pretendo con este blog ejercer el periodismo, de modo que no se me puede reprochar la falta de seriedad. Considero que me puedo permitir este lujo.
Porque, claro está, los profesionales que cultivan el Periodismo (entendido en sentido amplio: persona que trabaja redactando para un periódico) son personas serias, rigurosas, que siempre contrastan sus informaciones antes de arriesgarse a publicar una que pueda contener imprecisiones o, directamente, mentiras fácilmente detectables. Nunca, jamás, como he hecho yo, se documenten en Wikipedia ni crean una noticia a partir de la información que les ha llegado en un e-mail en cadena. ¿O sí? ¿Será que los “profesionales” de hoy se “documentan” así?
Porque leyendo el periódico Última Hora edición papel, me he encontrado la siguiente “noticia”:

Y me ha llegado también a través de un e-mail en cadena. De modo que me dispongo a comprobar que esto no es broma (porque a mí me huele raro) y… ¡oh sorpresa! Entro aquí:



Y resulta que esa información está desmentida bajo un titular en letras rojas y tres signos de exclamación que pone “¡¡¡AVISO A NAVEGANTES – IMPORTANTE!!!
Que yo sepa, entrar en la página web del movimiento 15-M está al alcance de cualquiera. Incluso de un “periodista” que se documenta en Wikipedia o que escribe “noticias” con informaciones absolutamente falsas que le han llegado a través de un e-mail con un asunto del tipo “re: re: re: re: re: re: y requeterré”.
Qué fácil resulta difamar. Vergonzoso, de verdad (verdad de la buena).
P.S.: Y aunque no venga al caso... ¡hoy es mi cumpleaños!

martes, 24 de mayo de 2011

Felicidades, Maestro

Referencia esencial (o creador) de la canción protesta de los 60, detractor de los conflictos bélicos y compositor de canciones que suenan a utopías alcanzables. Hoy Robert Allen Zimmerman cumple 70 años, aunque con este nombre tal vez no sepáis que hablo de Bob Dylan.
La canción que os pongo a continuación es tan bonita que me he pasado toda la mañana tarareándola en mi cabeza. "Blowin' in the wind" es un himno antibélico por excelencia y, por tanto, por qué no pensar que también puede ser un himno de la lucha pacífica e incansable.


La canción, además, me recuerda a una escena de Forrest Gump, en la que Jenny, que trabaja en un club de mala muerte, es vejada por un grupo de hombres mientras la canta desnuda y con su guitarra. Y como es una de mis películas favoritas... Disfrutad la canción.

lunes, 23 de mayo de 2011

Enfermedades olvidadas

Hoy he oído en RNE-5 un suplemento temático llamado “Salud y…”, otra palabra que no recuerdo (he intentado buscarlo en la web, pero no he conseguido encontrarlo, no sé si por ineptitud o porque realmente no aparece). Dicho suplemento trataba de las llamadas enfermedades olvidadas, patologías que sufren 1000 millones de personas en todo el mundo pero que, por resultar un problema grave de salud pública únicamente en regiones del tercer mundo, pasan desapercibidas en el primer mundo. Han hablado de la fascioliasis, la leismaniasis, la enfermedad del sueño (provocada por la famosa picadura de la mosca tse-tse), y de algunas otras. Y el médico que hablaba sobre el tema planteaba algunos enfoques que ni siquiera se me habían pasado por la cabeza, a pesar de que ahora me parecen obvios. 
El primero, que los niños enfermos de estas patologías (aunque algunas de ellas no sean mortales) están tan seriamente afectados en su desarrollo que no aprehenden absolutamente nada de lo que les explican en las escuelas. 
El segundo, que la aparente inutilidad de la gran inversión económica que han hecho muchos países del primer mundo para ayudar al desarrollo del tercer mundo, puede deberse sin duda a la extensión de estas enfermedades en dichos países. 
Es de una lógica atroz. ¿Alguno de nosotros no tiene mermadas sus facultades mentales cuando le falla la salud? ¿Y si ese fallo de la salud, si no mortal, es crónico y tiene secuelas irreparables en el organismo de quien lo sufre? ¿Cómo va a pensar esta sociedad en desarrollarse, si ya tiene bastante con sobrevivir? Es un círculo vicioso: no hay desarrollo porque no hay salud y no hay salud porque no hay desarrollo. 
Yo tiendo a defender la Educación por encima de todo, pero esta vez debo rendirme a la Medicina. Está visto que para aprender dependemos de la salud más que de ninguna otra cosa, porque el cerebro no es más que una estructura orgánica con capacidad de retener y conectar ideas. 
Me ha parecido interesante y he querido compartirlo con vosotros. ¡Pasad un buen día, mundanos!

sábado, 21 de mayo de 2011

Reflexionando

Hace tiempo que ronda por mi mente la idea de crear un blog misceláneo.
Literatura a la parrilla me ha dado muchas satisfacciones y por supuesto seguirá adelante, pero en ocasiones he sentido la necesidad de hablar de temas que no tenían cabida en él. De hecho, muchas veces he sucumbido a la tentación y he publicado entradas que, en efecto, no estaban dentro de la temática que se plantea en LP.
Así que, para desdoblarme (sin desvincularme del todo) ha nacido "El Mundo a la Parrilla".
Como os decía, esta idea no es cosa de hoy. Sin embargo, los acontecimientos que se están dando en nuestro país durante estos días han sido un potente detonante.
Movimiento 15-M. Me gusta, como mínimo, el nombre.
Que se le ponga nombre a los acontecimientos es una forma de designar algo que ya estaba ahí. Bautizar lo que sucede hace más sencillo marcar un antes y un después y, por tanto, hace más fácil que tenga consecuencias. Es decir, lo convierte en un hito (en este caso, histórico, y esperemos que social).
En una sola semana he percibido el renacimiento de un vínculo dentro de una masa que estaba dispersa y desgañitada de gritar cada uno por su lado, harta de quejarse en casa y callar en la calle. Una fraternidad sin precedentes, lejos de las rencillas de siempre y de aquellas dos Españas que tanto daño han hecho.
Como en todas las grandes causas habrá de todo. Habrá quien profiera absurdos amparándose en el movimiento y habrá quien vea en éste alguna mano negra que busca no sé qué oscuros fines de Dominio Mundial (sí, lo creáis o no, ya he leído cosas semejantes) pero también habrá quien sólo vea en ello lo que es: la oportunidad que estábamos esperando para un cambio a mejor, la posibilidad de refundar un Estado que parecía aletargado por la caja tonta; un Estado que ha vuelto a demostrar que no hay que infravalorarlo nunca. Otra cosa no lo sé, pero creo que estamos dispuestos a cantarle misa al más pintado si se trata del bienestar de los nuestros. Y me vais a disculpar, pero a eso, hablando en plata, se le llama tener cojones.
Por el bien de todos, olvidemos por un momento lo que nos separa y centrémonos simplemente en lo que nos une, que es muchísimo más. Ahora creo firmemente que todavía es posible hacer un mundo mejor, más ético y más humano, y de verdad que se me saltan las lágrimas.